viernes, 4 de septiembre de 2015

Cumareberias Historicas (PARTE 3)

CATARSIS EVOCATIVAS DEL RECUERDO
En la infinita emoción que los recuerdos del Cumarebo de mi niñez me retrotraen al evocarlos, mi apasionado sentimiento -tal vez- liberando mi inconsciente ego, retrata en el presente de mi memoria, las vivencias de ese amor, ennoblecidas por los recuerdos evocativos de mi ayer.
         Son tantas las experiencias que aún permanecen en los vericuetos de mis añoranzas Cumarebianas que, en ese cartapacio de nostalgias, me signan los recuerdos divagantes que motivan mis anhelos para escribir estas Catarsis
·        Contaminaron la ría de la desembocadura de la Quebrada del Estero y toda la orilla playera del entorno del Muelle y de su costa central.
·        Mutilaron El Tamarindo, cuya culpa era la de “dar sombra a los que se resguardaban del sol”, frente al Resguardo”
·        Cerraron La Sala de Matanzas (El Matadero Municipal) y con él, mutilaron y cremaron el sustento y la alimentación del pan que cada día llevaban a sus hogares  varios padres de familias nuestros
·        El antiguo Muelle  se apartó y se fue a morir en el lánguido recuerdo de sus incansables jóvenes bañistas y curtidos pescadores.
·        Se desplomó El Faro, que era el guía y la luz de nuestros pescadores y de grandes embarcaciones navieras que anclaban en nuestra rada marina, para el intercambio comercial interno y externo de Zamora
·         El Balcón de Jurado, magnánimo símbolo de identidad nuestra, ha sido abandonado a su olvidada suerte, por la grosera indolencia, ineficacia de quienes han descuidado su administración a los largo de los años y -hoy- este coloso luce como un mamotreto, pero -eso sí- permanece estoico e imbatible ante los rigores del tiempo.
·        La Plazoleta Padre Román, la otra mejilla de la población, está huérfana de atención; tanto que ni el busto del insigne sacerdote y maestro de su epónimo, José Román Castellano, se han dignado colocarla en sus terrenos (a pesar de estar lista para ser erigida mucho tiempo ha) y este céntrico espacio, que debiera ser estadio de esparcimiento, es -hoy por hoy- un cubil de vagos, sin oficios y un cuchitril de borrachines, pedigüeños y mal vivientes.
·        Destruyeron El Cementerio de la calle Unión, tapiando túmulos y cenotafios donde reposaban los restos mortales de seres ancestrales, sin -ni siquiera- notificar con tiempo a sus dolientes y familiares, para la exhumación ósea de los cuerpos allí enterrados y, levantaron un sitio habitacional (¿urbanización?) que ni se conoce su nombre.
·        El Cementerio del Sabilar de la Urbanización Ciro Caldera, perdió su capilla de velatorio para el último adiós terrenal de los deudosen cambio, el monte, los cadillos, desechos sólidos, basura, animales muertos  y la oscuridad, brillan en el camino culebrero de sus aposentos.
·        Se llevaron a otro municipio las oficinas del Tránsito Terrestre, cerraron las oficinas comerciales-administrativas de la CANTV, El Depósito de maquinarias y parque automotor del antiguo MOP, es hoy, un cementerio dchatarras vehiculares.
·        Desaparecieron los cines América y Alianza y con ellos, las añoranzas de la invitación de la conquista a ver una película, que era -tal vez- la oportunidad para el sosiego plañidero del romanticismo.
·        No existe en Cumarebo un lugar bucólico de solaz esparcimiento para la convivencia familiar ni de tertulia fraterna entre paisanos y visitantes y; lamentablemente, no hay lugar para la música sana y sin estridencias, y los poetas nuestros (que son bastantes y buenos) no tienen una barra para ofrendar, declamar y exornar las musas de sus momentos fugaces cuando aparecen los letargos de la poesía inspirada al momento  y son poquísimos los recintos donde impera la cultura.    




SITIOS, LUGARES Y SECTORES QUE CONFORMABAN EL CUMAREBO DE MI AYER
(DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DEL CUMAREBO DE MI INFANCIA, DE MI JUVENTUD, DE LOS AÑOS 50 EN ADELANTE)
         En el Cumarebo que me formé; en pleno gozo de mi socialización paisana, la pequeña urbe de los pobladores Cumarebenses, apenas,  por el Oeste, la poblada central de nuestro puerto, solo llegaba al sitio conocido como:
         “LOS VAGONES”: ubicado en la calle Concepción (entre las esquinas de las calles Unión y La Paz). Un lugar de promiscuidad, donde no se acercaba la gente decente adulta y, mucho menos, jóvenes y niños y los paisanos hombres que lo visitaban iban -exclusivamente- a lo que en el decir criollo nuestro, era a “correr un trueno”; es decir, satisfacer los placeres sexuales de la carne.
         Por el Sur: las bodegas más alejadas eran las de Fay García, Cloro Puertas y la de Juan Pedro Loaiza y un poco más allá, la reconocida casa de habitación de María Sandalias; muy famosa, por cuanto allí se vendían gallinas, ya fueran vivas, beneficiadas o preparadas en sancochos. A quienes necesitaran una gallina, la gente les decía: “búscala en casa de María Sandalias”, que era el lugar más alejado de la población y lo demás era caminos enmontunados y no existía la carretera nacional Morón-Coro, que se construyó en los años 60 y que hoy separa a Cumarebo con la región del Sur zamorano.
         “EL CERRO DE LAS GALLINAS”: Sector situado hacia la parte Sur del centro poblacional, cuya  nombradía toponímica se origina, como ya se sabe, por la residencia donde se vendían las susodichas gallinas. Este sector residencial, era -además- la vía por donde se transitaba hacia los pueblos sureños zamoranos: San Esteban, Quiragua, San Pedro, Culebra Verde y demás caseríos de este sector cardinal de nuestra región.
Que Yo recuerde y tenga conocimientos, los primeros pobladores de este sector fueron los integrantes del apellido Córdova, cuyos descendientes se radicaron en este sitio y aún permanecen allí, con otras familias que, con el tiempo, han llenado de casas familiares de distintos apellidos, en la proliferación del desarrollo de los pueblos. Hoy, “El Cerro de las Gallinas”, con una mayor poblada residencial, cambió de nombre por el de urbanización “El Calvario”    
“EL BARRIALITO” :Por el Este, las calles de la población eran cortas; por las calles Industria, empezaba en el cruce de la calle Urdaneta, hasta el de Puente Riera; llamado así porque al lado abajo vivía el señor Néstor Riera con su familia y, por la calle Bolívar (calle Real), llegaba hasta la Quebrada del Canjilón, que separaba al Cumarebo poblado con un sector muy pintoresco, con gente sencilla, cultores de la siembra, poetas y músicos, entre cuyos moradores recuerdo el nombre de un paisano: Sisoes Saavedra, poeta natural y cantante de décimas y gran juglar.
Este lugar, que nunca visité siendo niño, por la lejanía que separaba a nuestra población y Yo nunca llegué más allá de la bodega de Cupertino Peña,  que estaba ubicada al frente de la casa de habitación de Luperco Dónquis, su esposa Carmen (Carmín) Vargas de Dónquis, con sus hijos y demás familiaresDe ese final de la calle Bolívar, rememoro la tienda de Don Juan Anteportán Dónquis, la especie de boutique de la señorita Damita Dónquis, donde también residía Maximiliano Calatayud (cariñosamente llamado Medio Millón) y su esposa, que conocíamos como Pura; progenitores de los amigos Juan Francisco (Juancito) y Rolando (Machucaito) Calatayuid.                      De esos confines al final de esta calle, había una casa donde moraba un personaje popular nuestro: Ismael Rosillo (Cacha e´Palo) y hasta allí, llegaba la Calle Real   y de allí hacia el Este, comenzaba el bello lugar, conocido como: EL BARRIALITO: Era la vía que comunicaba a Cumarebo, por el sector Este, con las poblaciones y caseríos de la parte sur de Zamora, Este lugar poblado y apartado de Cumarebo, tuvo la suerte de contar entre sus moradores, hombres y mujeres de gran valía paisana, trabajadores honestos, humildes y de gratos recuerdos, por la idiosincrasia de sus habitantes “Barrielitenses”.
        
“TUCUPIDO”: Más hacia el Este, saliendo de Cumarebo por la vía de la calle Bella Vista, por los alrededores del actual Comando de la Guardia Nacional, se topaba la  carretera para salir de la población. Para llegar a un sector apartado, llamado Tucupido; un lugar apartado de la capital zamorana, como a unos cinco kilómetros, donde -según recuerdos de nuestro recordado paisano Misael Salazar Léydenz, vivía un honorable y humilde hombre, llamado Angenor Hoyer, un trigueño que siempre llevaba consigo, un foete con una enorme cabeza de perro que atemorizaba a los muchachos del entorno.               En “Tucupido”, convergían las entradas a las poblaciones de Santa Rita y demás pueblos del Sureste distrital y, siguiendo la ruta más arriba, nos esperaba el caserío Santa Rosa, que abarcaba  lo poco largo y ancho de la angosta carretera, que se unía, en el oriente zamorano, con las pobladas de la pequeña población de Ciénega Lejos, Tócopero y demás caseríos lejanos de nuestro amado Puerto Cumarebo, “La Perla de Falcón”.
 Volviendo a la localidad de más habitantes y capital del entonces Distrito Zamora, a Cumarebo lo entornaban otras localidades de pobladores que, de entre mis recuerdos rememoro a:
         “EL CERRO”; sector ubicado hacia el Norte, colindando con las costas playeras de nuestro Mar Caribe, conformado por hombres que, en su mayoría, se dedicaban a la pesca marina, que desde los albores de la madrugada, lanzaban sus botes hacia las profundas aguas salobres a buscar el sustento de pescados que alimentaba a muchos de nuestros hogares. Sus habitantes, vernáculos era paisanos nobles, humildes, honestos, buenos catadores de caña clara y, por sobre sus actividades laborales, eran “los reyes” de un tambor tramao, como buenos sucesores del tambor cumarebero, que los antillanos trajeron a este lar y que, por su ritmo sonoro, sus pasos bailables y su entonación, es único y diferente a los demás ritmos tamboriles de nuestra región y de todo el ámbito nacional. Por su parte, las bellas damiselas de El Cerro, se han destacado -siempre- por su belleza femenil, su entrega a la crianza de sus muchachos, su entrega a la atención de su pareja y, en sus inigualables cadencias rítmicas para “cangar” el baile del tambor, no tienen quien les dé la vuelta.
        
Por el sector hacia el Oeste, la calle La Paz, llegaba hasta la residencia del señor Cirilo Sangronis, un afamado naturista, que trataba la curación de las enfermedades con hierbas, menjurjes, guarapos, leía los envases de las muestras de eses y orine; tabaco en hojas y otras especies naturales que, por cierto acertaba en sus diagnósticos y la mejoría de los pacientes con sus remedios de la naturaleza. Este señor Cirilo, pasado el tiempo, se mudó hacia Punta Cardón (Paraguaná), donde continuó, hasta morir, con su farmacopea naturista.                  
Más debajo de su casa había (y aún existe) un puente, más conocido como El Puente de Cirilo”. Por debajo de este puente, pasaban las aguas de una quebrada que en Cumarebo comenzaban en la hoy carretera nacional Morón-Coro, a la altura de los límites de la calle Concepción, que fue bautizada con el nombre de: La Quebrada del Muerto (que en otra sección redacto su historia). Esta quebrada, desemboca en  la playa, a la altura del defenestrado matadero. Pues bien; de allí hacia abajo, yendo hacia la vía de La Vela y Coro, se encontraba un sitio desolado, con poquísimas casas, llamado con el nombre de:
“EL SABILAR”: un sitio descampado cubierto en su mayor extensión por sembradíos de Sábilas, de cuyas pencas se beneficiaban sus diferentes propiedades curativas y de otras índoles. Este sector llegaba hasta el hoy famoso
“PUENTE DE JUAN BARCENASUn bucólico e histórico puente con una leyenda propia que -también- detallaré en su sección correspondiente aparte-
Continuando más hacia el Oeste, los cumarebenses disfrutábamos del sector:
“EL CARDONAL”: Era una hilera de hermosos cardones, ofreciendo sus frutos rojos (datos, brevas y comojones) y sus espinosas tunas que, ubicados, a cada lado de la vía hacia la salida y/o entrada de Cumarebo, despedían y daban la bienvenida a los viajeros y sedientos caminantes, un espectáculo realmente bello e incomparable, que la naturaleza nos brindaba al pasar por en medio de esta naturalidad de catos; haciendo una especie de “Guardia de Honor”, cual soldados vegetales a la vera de las orillas del camino. Un bellísimo espectáculo natural que, en la ignorancia de los mandatarios locales, en sus políticas mal ejecutadas, destruyeron este fascinante “oasis” y fueron arrancados de sus raíces, para construir casas habitacionales.
Ya en las afueras de la población de Cumarebo, hacia la parte Suroeste comenzaba a florecer la población de Quebrada de Hutte, (o Quebrá Huto, como se mentaba este sector por nuestros ascendientes y aún algunos le llaman así) que, al igual que el caserío Pueblo Cumarebo, por su lejana distancia del puerto, Yo, conocí este sector montañoso y acuífero (el cual detallaré en sección aparte), cuando ya era un adolescente, donde iba con una caterva de amigos de mi época a bañarnos en las frescas cataratas naturales de “Güiní”.
De esos tiempos de mi infancia, estos sectores, habitados por gente modesta, que hoy evoco con nostalgia y gratísima remembranza evocativa, son dignos  merecedores del recuerdo y de mi afecto -por siempre- me permiten  ondear la flama de mis banderas patrio-chicas y corroborar mi filosofía que:

    “YO SOY EL CUMAREBERO QUE MÁS QUIERE A CUMAREBO”

1 comentario:

  1. Buen dia quiero saber quien fue el padre de la iglesia la candelaria
    De cumarebo en el 1960

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